WILLIAM SHAKESPEARE, dramaturgo, poeta y actor inglés, es considerado el mayor escritor de todos los tiempos y figura única en la historia de la literatura.
"Shakespeare no pertenece a una sola época sino a la eternidad", diría Ben Jonson.
Sus obras personifican las debilidades humanas. Resumen de forma sencilla y precisa la enorme variedad de emociones, dando lugar a personajes enormemente complejos pero fáciles de entender por el espectador, que siempre tiene un personaje con el que sentirse identificado.
Para SHAKESPEARE, los seres humanos son inevitablemente desdichados a causa de sus propios errores, por el ejercicio irónicamente trágico de sus virtudes, a través de la naturaleza del destino, o de la condición del hombre para sufrir, caer, y morir. En otras palabras, es una representación con un final necesariamente infeliz.
Cada uno de los personajes trágicos de Shakespeare es capaz de ejercer el bien y el mal. La representación siempre insiste en el concepto del libre albedrío, el héroe puede degradarse o retroceder y redimirse por sus actos, pero siempre llegará su inevitable perdición.
La pureza y fuerza de los temas tratados, la universalidad de las miserias y de las grandezas del ser humano, hacen de su obra el auténtico TEATRO CLÁSICO. Todo un reto para el actor, y un enorme goce para el público.

Cartel de la obra
OTELO representa el hombre destruido por los celos. Sin embargo, éste es tan sólo el pico visible de la obra. Se habla de la desconfianza, veneno que impregna diálogos y relaciones entre parejas, entre jefes y subordinados. De la envidia, recelo que generan los éxitos de los demás sin reparar en las virtudes y el esfuerzo que han requerido. De la venganza, instinto profundo, mecanismo de defensa, evita un enfrentamiento directo y esconde sentimientos poderosos: rencor y odio.
Nuestro OBJETIVO con esta obra es explorar con vosotros los ocultos sentimientos del corazón humano. Cómo es tremendamente difícil construir: Otelo invierte toda una vida y consigue grandes éxitos militares para que le acepten como un miembro respetable de la sociedad, pues es moro.
Y cómo es tremendamente fácil destruir. Yago no necesita ni preparación, ni cualidades, ni esfuerzo. Es lo propio de los que se muestran impotentes para construir, incapaces para invertir tiempo y esfuerzo para ver crecer o crear algo. Esta relación entre construir y destruir está presente en nuestra vida y nuestra sociedad.